Las parejas han existido a lo largo de toda nuestra existencia, aunque en la actualidad la diversidad de tipos de parejas es mucho más amplio y casi no habría limites siempre y cuando los integrantes de la pareja lo acepten.
Sin embargo, las redes sociales son relativamente nuevas, ya que nacieron a finales del S.XX, pero esto no ha impedido su rápida proliferación y extensión mundial.
En la actualidad las redes sociales forman parte de nuestra vida y prácticamente todos disponemos de al menos una red social y otros quizás tienen o han tenido cada una de las existentes: Facebook, Twitter, LinkedIn, TikTok, Instagram, WhatsApp, YouTube, etc.
Las redes sociales son estructuras formadas en Internet por personas u organizaciones que se conectan a partir de intereses o valores comunes. A través de ellas, se crean relaciones entre individuos o empresas de forma rápida, sin jerarquía o límites físicos.
¿Qué son las redes sociales?
Las redes sociales, en el mundo virtual, son sitios y aplicaciones que operan en niveles diversos (profesional, de relación, de entretenimiento, entre otros) pero siempre permitiendo el intercambio de información entre personas y/o empresas.
Las redes sociales han suscitado discusiones como la falta de privacidad (la cual hay que proteger y saberlo hacer), pero no podemos obviar que han aportado muchas ventajas a nuestra vida como: información al instante, mayor conexión con nuestros conocidos, más facilidad para llegar a algunos servicios y ofertas, mercado más amplio, etc.
Entonces, ¿las redes sociales son buenas o malas? Pues esta pregunta no tiene una respuesta única, va a depender del uso que se le dé y esto mismo, es lo que sucede con relación a las parejas y como afecta este nuevo recurso a las relaciones de pareja.
¿Cómo ha cambiado las redes sociales a las parejas?
Para empezar, hasta hace poco tiempo, casi no había posibilidad de tener una pareja muy lejana a nuestro entorno personal, social, laboral, etc. Esto era aún más visible, cuando una pareja se rompía (hace 3-4 décadas o más) y después podía ser complicado rehacer la vida ya que únicamente existía el entorno inmediato. Pero en la actualidad, podemos conocer a cualquier persona de cualquier entorno y de cualquier parte del mundo.
Esto es positivo, por un lado, porque se nos amplían las posibilidades, pero por otra parte aparece el problema de que sólo conocemos lo que la otra persona quiere que conozcamos inicialmente, o tenemos que creer todo lo que nos cuenta, cuando no siempre es verdad. Ante este riesgo, la solución no es rechazar las redes sociales, sino ser cautos, poner limites de conexión, ir dando información personal de forma progresiva y no querer saberlo todo y no correr en exceso por la sensación de conexión continua que existe al estar en contacto de forma ininterrumpida. Esto puede generar una sensación de relación intensa, ya que por regla general si conocemos a una persona fuera de las redes sociales, la iremos conociendo cuando quedemos con ella, y este proceso es más lento.
Una vez que las redes sociales nos han facilitado conocer a una posible pareja, nos podrá a prueba. Es tan “fácil” conseguir una posible pareja a través de las redes sociales, que la persona ante la mínima dificultad en la pareja puede llegar a no luchar sino simplemente, es más fácil, volver a conectar y encontrar a otra persona. O quizás no es que este buscando a otra persona, pero como las redes sociales están tan metidas en nuestro día a día, quizás nos olvidemos de cultivar nuestra pareja y de mirar a la cara a quien tenemos delante, y lo único que hacemos es mirar una pantalla o no soltar casi esa prolongación de nuestra mano donde llevamos un aparato tecnológico.

Deberíamos de pensar si el tiempo que dedicamos a las redes sociales es el correcto, no porque haya que dedicárselo a nuestras parejas únicamente, sino a nosotros mismo o a otras actividades de nuestra vida: salir con amigos, ir al cine, tomar una copa, estar conversando con alguien sobre su vida, sin mirar su vida a través de una pantalla. Esto que a veces, se esta convirtiendo en una adicción, sobre todo entre los más jóvenes (aunque quizás no tan jóvenes) puede llevar a no cultivar a la pareja o a tener “ideales” falsos por las relaciones o las historietas que vemos en la red sobre esas fotos “maravillosas” de parejas y los felices que son en cada uno de los fotogramas subidos. ¿Subirán alguna foto cuando discuten? ¿Cuándo no están de acuerdo? No lo creo, eso no genera “likes”.
Estas facilidades de las redes para encontrar pareja o un simple encuentro, se sabe, por lo que, si la pareja no ha establecido una relación sólida, basada en la confianza porque no han tenido tiempo mientras miraban esa pantalla, puede generar los celos o los espionajes sin descanso. Se empieza a cotillear las redes de la pareja, a coger el móvil u ordenador del otro para registrar cada conversación, foto subida, investigar cada seguidor, cada “like” recibido, etc., una serie de conductas que se alejan mucho de lo que es una pareja con confianza y donde no se respeta la privacidad de cada uno.
Y si se rompe la pareja, ¿ayudan las redes sociales?
Puede ayudar para la conexión con otra persona, para entretenernos, pero si no nos damos el tiempo que necesitamos para terminar de zanjar nuestro duelo por la ruptura, quizás estemos enlazando una pareja con otra, haciendo visible la incapacidad de estar sin pareja y la no tolerancia a la soledad.
Además, si la ruptura no ha sido deseada por una de las partes, las redes sociales puede ser una droga que engancha a la persona y dificulta la superación de dicha ruptura, ya que no se sale del círculo vicioso de espionaje, de cuál es su estado, cuál es la ultima foto subida, con quién sale en esa foto, quién le esta siguiendo, a quién ha empezado a seguir, cuál fue la última hora de conexión, etc.
Conclusión
Es muy complicado en la actualidad convivir en este mundo sin ninguna red social (pero se puede, sólo hay que comprobarlo), pero como todo en esta vida hay que encontrar la medida justa y ese equilibrio de obtener las ventajas que nos ofrece el desarrollo tecnológico y estar muy atentos de no convertirnos en adictos de las redes sociales y que esto pueda perjudicar nuestras relaciones íntimas, ya sea con una pareja, con nuestras amistades, con nuestros familiares o con nosotros mismos.
Si te has sentido identificado en alguna parte de este artículo y cree que su relación de pareja se encuentra en peligro o usted mismo se siente que no podría vivir sin conexión una semana o ni siquiera un día, tal vez es el momento de buscar ayuda profesional.
